A los costados de la Casa Histórica hay dos ferias de artesanos. Una de ellas, en la esquina de Congreso y Crisóstomo Álvarez, tiene todos sus puestos cerrados. La otra es la Feria de Emprendedores Plaza Sur. Allí, apenas unos pocos comerciantes exhiben sus productos.
José Luis Maldez y su madre, que comercializan dulces locales, maderas, alpacas y otras artesanías desde hace 15 años, son unos de ellos. “Está todo parado. Sólo unos cuantos clientes, que ya nos conocen, nos compran y eso nos mantienen a flote. Si no, sería una pérdida de tiempo venir”, dice el joven.
A la par de su puesto, Alejandro Jerez también vende artesanías tucumanas. Él cree que en enero recién podrá ver turistas de nuevo. “Somos la última puerta que se abrirá. Estamos fundidos”, sentencia.
Jerez cuenta que intenta reinventarse y que ahora hace cosas por el día del padre. “Lo hago para crear una pantalla para la psiquis; llego sabiendo que no venderé”, reconoce.